parido del dolor y redimido
mi caminar sin ser, sin haber sido,
anda buscando luz en tanto tedio.
De los que veo iluminados, su alma asedio,
buscando un resplandor, solo les pido
a los dioses me escuchen, aunque huidos,
salvarme he de poder por su intermedio.
Se que un mundo me espera con mi canto
no por la gracia de mi voz, o su belleza
en los versos que elijo esta su encanto.
A los hombres rescatar de su pobreza
a la infancia evitarle tanto llanto,
un deseo imposible, una nada, es mi riqueza.
¿Como es factible? se pregunta el hombre,
¿El barro existe por la alfarería?
¿Cual sera la palabra que me nombre?
Del fundamento arrebatado y sin su guía
fundado en el habla, el ser del hombre,
desencantado y cantando su elegía
se da a buscar la palabra que lo nombre.
¿La encontrara algún día? me pregunto,
¿La seguirá buscando ilusionado?
¿Entenderá el valor de la poesía?
Pensar otro camino es el asunto
caminar más allá de lo pensado
y a la muerte llegar con alegría.
abandonada y sola, allí yacente,
al ver esa imagen tan hiriente,
sumida en la tristeza mi alma queda.
Mis penas son así y acaso pueda,
si le doy sepultura humanamente,
como a un Polinices maloliente,
así, antigonamente al cielo acceda.
Hermanado en el amor a mi instrumento,
un sacrilegio grave y agorero
También es discutible la inclusión de estos tres sonetos.
Los escribí este verano, como efecto de decantación de mis lecturas del año pasado,
de Heidegger, Lacan y las tragedias griegas de Sofocles
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